HERMANOS Y AMIGOS.: Reciban un saludo en EL NOMBRE DE JESÚS,
Hoy quiero narrar el testimonio de la hermana Marcela; lo escuché de sus labios, cuando el grupo de intercesión, le hicimos una visita en su casa.
Ella , es una mujer joven, que le sirve a Jesucristo en ésta congregación, en éste barrio, cuyo nombre omitiré,por cuestión de seguridad, aunque los hechos del atentado de que fue víctima fueron en otro barrio de ésta ciudad .
TESTIMONIO DE LA HERMANA MARCELA.
La hermana Marcela, acompañada de su suegra, de su cuñada; salían ese día del culto ,de esa congregación, en ese barrio, su cuñada había sido sumergida en las aguas del bautismo en EL NOMBRE DE JESÚS.
Cuando ellas se dirigían a sus casas: les fue lanzada una granada; parece ser que alguien muy cercano a su suegra, quería matarla para quedarse con sus propiedades; hechos que aún son motivo de investigación por parte de las autoridades.
Una de las esquirlas, entró por el labio de su suegra,destrozándole el paladar, el cual fue necesario hacerle siete operaciones.
Del antebrazo de su cuñada, le fue arrancada una parte de piel y carne, quedándole sus tendones al descubierto.
Pero quiero narrar lo que Marce, sufrió físicamente en su cuerpo, que me impactó mucho; y de lo grande que es Jesucristo ,de permitirle seguir viviendo.
Gracias a Dios, ni su esposo ni su niña la acompañaban ese día.
Al impacto de la granada; Marcela fue levantada, y al caer a tierra; se desprendió de sus talones el tendón de Aquiles.
Las esquirlas fueron a alojarse en su espalda, piernas... su cuerpo lleno de perforaciones; manaba poco a poco tres litros de sangre de los cinco litros que tiene el cuerpo humano.
Las enfermeras, se esforzaban por cambiarle las sábanas, luego dejaron que la sangre corriera...
Tres días permaneció en el hospital, y dos meses recuperándose en casa.
Las esquirlas quedaron en su cuerpo; porque los médicos dijeron que era más destructivo sacarlas de su organismo.
Marcela goza de buena salud, y su juventud la dedica sirviendole a Jesucristo.
SALMO 23,4
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
